----

----

Mujeres en la música es una asociación de ámbito nacional que trabaja en potenciar, divulgar y promocionar el papel de las mujeres en la música clásica, especialmente en los aspectos tradicionalmente más desatendidos.

COMPOSITORAS A TRAVÉS DEL SIGLO XX


Ana Vega Toscano envía estas notas al Concierto del 18 de Abril de 2008, Getxo: COMPOSITORAS A TRAVÉS DEL SIGLO XX

En el inconsciente colectivo de nuestra civilización occidental, y desde los lejanos tiempos míticos de la Grecia arcaica, las Musas, diosas del ritmo y del número, protegen las artes y las ciencias liberales. De su nombre surgió el término música, pues a través de su invocación se lograba la vitalidad del poema y del canto. Y en cadena de eslabones muchas veces susurrados, las seguidoras de Euterpe han mantenido viva la tradición femenina desde esos remotos tiempos hasta nuestros días, aunque dicha tradición haya quedado en muchas ocasiones oculta a los ojos de la historia oficial. Si queremos bucear en el pasado de las manifestaciones culturales femeninas, hemos de hacerlo con una mirada necesariamente trangresora de los modelos establecidos hasta no hace mucho tiempo en nuestra sociedad, lo que nos permitirá acercarnos con desinhibición al propio concepto de arte, para poder apreciarlo sin necesidad de utilizar escalas de valores absolutos. A lo largo de todos estos siglos, la mujer ha dispuesto en Occidente de una espacio propio de expresión musical, en el que ha realizado un arte no para competir, sino para compartir secretos y silencios. El camino recorrido ha posibilitado que, lentamente, haya podido ir escapando de ese cuarto, muchas veces jaula de oro, para ocupar un lugar en el mismo espacio que los hombres. En la transmisión oral, necesaria siempre para la existencia de la música, la presencia femenina ha sido de primer orden, como muy bien se reconoce en el campo de la etnomusicología; pero en Europa la transmisión escrita ha acabado por ser el vehículo primordial para las manifestaciones "cultas", y quizás por ello ha sido de acceso más restringido para las mujeres durante mucho tiempo. Sin embargo, las últimas tendencias de recuperación e investigación sobre la historia femenina están sacando a la luz un repertorio breve aunque no inexistente, casi siempre silenciado, pero cuyo conocimiento es necesario para obtener un retrato completo de la música en las distintas épocas de nuestra cultura. En ese sentido se pueden observar actualmente algunos curiosos fenómenos, como el interés hacia la música medieval femenina, con grupos que trabajan en recrear el espíritu de trovadoras y juglaresas, místicas y santas. En los palacios y castillos, las mujeres pudieron con la música entretener sus ocios, mientras que en los monasterios y conventos ellas tuvieron que hacer frente completamente solas a las necesidades musicales litúrgicas.
Con el ascenso de una clase media cada vez más amplia, la práctica musical femenina "culta" comenzó a dejar de ser patrimonio de aristocracia e iglesia, y así, al llegar el siglo XIX la mujer inició una lenta pero inexorable revolución, que la llevaría a ir ocupando en silencio un puesto modesto pero esencial en el edificio de la música: la enseñanza, sobre todo privada, pasará de ser prerrogativa de varones, muchas veces asociados en su formación a la iglesia, a trabajo para mujeres que, por fin, pudieron ganarse así de forma digna y honrosa el sustento. En su momento Miguel López Remacha(1772?-1827), explicaba en su método Principios o lecciones progresivas para Forte Piano Conformes al gusto y deseos de las Señoritas aficionadas que “ mi dilatada práctica en el honroso cargo de Maestro, me ha hecho advertir que ninguno de los Métodos, hasta aquí conocidos para la enseñanza del piano están conformes al gusto delicado que caracteriza al bello sexo, ni tampoco con la calidad y extensión de sus deseos. Vmds. son, por lo general, más inclinadas a la belleza musical que nace de la sencillez que a la que se deriva de grandes combinaciones armónicas….. ".Finalmente el autor consideraba que algunas mentes más inquietas llegarían a estudiar posteriormente el piano con una cierta seriedad, y eso que no podían apreciar mucho las obras complicadas.
Sin embargo, la investigación nos revela que muchas mujeres hicieron poco caso de las advertencias de López Remacha, y no sólo se decidieron a interpretar música con grandes combinaciones armónicas, sino también a componerla y, lo que es aún peor, a teorizar sobre ella. Sólo hubo que dar tiempo al tiempo. A lo largo del siglo XIX las mujeres fueron abriéndose paso en el panorama professional, en lucha continua por ir acediendo a la difusion de sus obras, y en muchos casos pudieron realizar incluso estudios académicos de manera oficial, como ocurrió en España con numerosas figures femeninas que finalizaron con premios de honor en el Real Conservatorio Superior de Música de Madrid la carrera de composición, lo que representó un camino importante en el que fundamentar la gran riqueza que el siglo XX iba a ofrecer en la creación musical femenina..
Aunque en muchas ocasiones todavía nos cuesta decirlo, la verdad es que el siglo XX es ya “el siglo pasado”, cien años que se revelaron cruciales en su primera mitad para la incorporación femenina al mundo musical, posibilitando que en el ultimo tercio del siglo las mujeres hayan tenido una voz propia resonando en el panorama profesional. Un siglo que comenzó con figuras como María Rodrigo o Emiliana de Zubeldia, de activa labor tanto en la interpretación como en la composición y la enseñanza, y que lejos de tener un campo de acción corto ampliaron su vida creativa y laboral desde España hasta Iberoamérica, signo de la gran independencia incluso personal que como profesionales habían alcanzado. Si el siglo se inicia con la irrupción de las vanguardias históricas y la estrategia de determinados grupos de acción como estandartes de la modernidad, interesante es constatar que ya en todos ellas comienza a aparecer la mujer como un integrante más de los mismos, aunque sea en minoría. Basta recordar a Germaine Taillaferre en el famoso Grupo de los Seis de la música francesa, Rosa García Ascot en el Grupo de los Ocho de la Generación del 27 en España, o Gisela Hernández en el Grupo Renovación de la música cubana. Plenamente inmersas con las corrientes estéticas de su época, muchas mantendrán aspectos clarmante nacionalistas, y a la vez se interesarán por todas las posibilidades de los nuevos lenguajes, como María Teresa Prieto en México, en su evolución hacia postulados serialistas, o incluso iniciarán sus propias propuestas de investigación, como Emiliana de Zubeldia en su sistema de composición basado en las teorías de Augusto Novaro, sobre todo en el empleo de las escalas armónicas y la inversion de los acordes. Por otra parte las escuelas nacionales se enriquecieron también con nombres femeninos aceptados ya fuera de sus fronteras: fácil es hoy en día pensar en la música rusa y que surjan nombres Galina Ustvolskaya o Sofía Gubaidulina o en la música polaca y el nombre de Grazyna Bacewicz.
Tras la labor decidida de las compositoras en los dos primeros tercios de siglo los últimos años de la centuria representaron un momento esencial en la difusion de la creación femenina, y su expresion accediendo a las más variadas tendencies estéticas, tal y como hoy podemos comprobar en las obras de la segunda parte de este programa, que van desde la sonrisa cómplice de Maria Luisa Ozaita y el sentimiento lírico de Encarna Beltrán y Maria Escribano hasta la profundidad en dramaturgia de Marisa Manchado y Consuelo Díez. Un panorama que nos habla de la riqueza y variedad de la mujer en la música a lo largo de un siglo decisivo para su definitive incorporación al mundo professional.

Ana Vega Toscano

No hay comentarios: