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Mujeres en la música es una asociación de ámbito nacional que trabaja en potenciar, divulgar y promocionar el papel de las mujeres en la música clásica, especialmente en los aspectos tradicionalmente más desatendidos.

Arias y lamentos junto al clave. DEL BARROCO AL SIGLO XXI

Notas al programa por María Santacecilia.

Las imágenes de Elizabeth Jacquet de la Guerre que han llegado hasta nosotros se corresponden con las de una dama de rasgos firmes y decididos, que mira dignamente hacia el frente, o se inclina sobre el clave con sus útiles de compositora en las manos. Sus coetáneos, que la tenían en alta estima, atribuyeron el arte de esta mujer a un prodigio de la naturaleza, y la situaron junto a otros destacados músicos galos. Así queda reflejado en una de las principales crónicas francesas del siglo XVIII, Le Parnasse françois de Titon du Tillet, en la que aparece junto a los nada desdeñables Lully, Lalande, Campra, Marais y Destouches. Un medallón, en el que el rostro de la compositora se muestra de perfil, se reproduce en la misma fuente, y sobre él reza la siguiente inscripción: “A músicos ilustres disputé la palma”.
Esta admirable mujer tuvo la suerte de disfrutar desde niña del reconocimiento social de su arte, un éxito que no fue a la par con una desgraciada vida personal que la despojó prematuramente de su marido, también músico, y de su hijo de diez años, también prodigio del clave. Estos avatares provocaron que la autora enmudeciera entre 1694 y 1707, año que ve por fin la publicación de las seis Sonates pour le viollon et pour le clavecin, siendo la primera de ellas la que abre el concierto de esta noche. En aquel momento, este género se había asentado ya en Francia, y de la Guerre aborda la escritura para violín de una manera más sabia y madura que en las sonatas en trío que escribiera antaño. Aunque aún no contaba con un número fijo de movimientos, las secciones estaban más delimitadas por sus ritmos y tempi contrastantes.
La número uno consta de siete partes. La primera arranca de manera grave, a la manera de las sonatas da chiesa italianas. A continuación sigue un denso Presto que contrasta con el siguiente movimiento, un brevísimo Adagio que funciona a la manera de meditabundo recitativo. Una vivaz subdivisión ternaria es la constante del Presto sucesivo, que tiene como corolario un escueto Adagio, recurso típico del célebre virtuoso Arcangelo Corelli. Presto, Aria y Presto son las indicaciones de los siguientes movimientos, y en ellos la tonalidad oscila entre re mayor y su homólogo menor. Esta libertad formal y el gusto por los tempi y carácter contrastantes son parte del gusto francés de la época, junto con la gracia melódica y la presencia subyacente de la danza.

El estreno absoluto de esta noche, Los lamentos de Kalam para soprano y violonchelo, encargo de la Asociación de Mujeres en la Música a la compositora y clavecinista Mª Luisa Ozaita, nos traslada hasta el siglo IX. De aquella época data la crónica del historiador Al-Makari que alude a las esclavas vascas, y en concreto a una tal Kalam, que se distinguía por su perfección en el canto, exquisita elegancia y pulcra urbanidad y dulzura. En la corte de Abderramán II su misión era la de improvisar poemas que cantaba para deleitar al emir y a su séquito. Algunos versos de los celebrados Lamentos de la compositora italiana Barbara Strozzi, y la figura de Kalam, mujer medieval oprimida y a la vez redimida por su arte, sirven a Ozaita como punto de partida para articular su obra en cuatro lamentos cuyos textos han sido escritos por la propia autora.
El primero de ellos, indicado como Lento, está concebido para violonchelo solo y en él se introduce el elemento del glissando con el que la compositora jugará a lo largo de la pieza. Los movimientos segundo y tercero se caracterizan por una breve introducción del violonchelo que da paso al protagonismo de la voz, tratada por la compositora de formas diferentes, al igual que en otras partituras de su catálogo: cantada, semicantada y hablada. En el cuarto, voz y violonchelo se reparten el protagonismo. Los Lamentos de Kalam está dedicada a la soprano que hoy la estrena, Mª José Sánchez.
Dos piezas para clave-Tocade et mouvement y Rondeau- incluidas en el Premier Livre de Pièces de Clavessin dedicado a Luis XIV, de Elizabeth Jacquet de la Guerre, salpican las siguientes obras del concierto. Con 22 años la compositora se lanzó a la publicación de estas piezas agrupadas por danzas. La originalidad de la colección reside en el hecho de incluir preludios no medidos, como los de Louis Couperin, y de tocades, adaptación de la tocata italiana que amplía el principio de yuxtaposición de secciones de distinto carácter típico de las de Frescobaldi o Froberger. En ambas se aprecia el dominio que la compositora tenía de su instrumento, el clave.
Las cantatas bíblicas de Jacquet de la Guerre, y su colección de Cantates françoises, la convirtieron en la compositora más representativa del género en Francia, a la vez que contribuyeron a revitalizar el repertorio de música religiosa en francés. Este tipo de obras había sido recientemente introducido en Francia, y consistía en un breve intermedio dramático que alternaba arias y recitativos cerrando con un poderoso número final que trataba de erigirse en resumen moral de la acción. Esther, para soprano y bajo continuo es la que sonará esta noche. Los textos pertenecen a la pluma de Huodar de la Motte, y en ellos se escenifica la bíblica historia de Esther en Persia, escogida por el rey Jerjes para ser su esposa sin saber que era judía, y conocedora del secreto plan del reino persa para matar a todos los judíos del territorio. Dada la brevedad del género, la acción de la cantata comienza con un recitativo in media res, situándonos directamente en el dilema que debate a Esther entre el marido y su pueblo. La organización formal es la de tres grandes bloques bipartitos: recitativo-aria. Digno de admirar es el equilibrio que la autora alcanza entre el dramatismo de la historia narrada y la contención necesaria en un tema bíblico.

Con la misma economía de efectivos con que Jacquet de la Guerre aborda la mayoría de sus cantatas había publicado Barbara Strozzi varios libros de piezas vocales aproximadamente medio siglo antes en Italia. En estas obras hay ciertas constantes que nos llevan a pensar que ella misma las cantaba en reuniones académicas y actos sociales. Están concebidas en su mayoría para soprano y bajo continuo, y la compositora sabe extraer la mejor sonoridad de la voz mediante una escritura no demasiado exigente en cuanto a virtuosismo y tesitura. Los textos a los que pone música son de procedencia anónima o escritos por diversos poetas de la época, y en ellos son frecuentes la temática amorosa, la ironía, y los juegos de palabras con el nombre de la compositora. El libro de Arias opus 2 fue publicado en 1651 y está dedicado a Ferdinand II de Austria y a Eleanora de Mantua. En ellas, Strozzi consigue variedad mediante suaves contrastes entre pasajes medidos y libres y entre los metros binario y ternario. Un verso o una estrofa que se repiten dan unidad a las miniaturas. El delicado engarce entre música y texto refleja la formación de la compositora en el estilo de la seconda prattica, mientras que el detalle específicamente “strozziano” reside en su lírica vocalidad.
María Santacecilia

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